Continuamos con esta breve revisión de la historia de la banda británica SAXON y lo hacemos justo por donde dejábamos el primer capitulo. Espero que la disfrutes.
En la anterior entrega lo dejábamos justo cuando la formación decidía cambiar de aires y probar las mieles de uno de los más grandes sellos discográficos, EMI Records.
El primer álbum que sacan con este sello es «Crusader» (1984) y a pesar de las críticas que recibieron por su paso al lado más comercial del metal, hay que reconocer que el nivel técnico seguía in crescendo y que la producción era bastante más elegante que nada de lo creado anteriormente, coño, ¡hasta el apartado gráfico mejoraba una barbaridad!!. De ahí que el álbum acabara vendiendo 2 millones de copias y que el tema título terminara convertido en uno de los temas estrella de su carrera.
Además del citado tema, «Sailing To America» tiene unas melodías muy agradables (y fácilmente recordables), «Just Let Me Rock» con ese ritmo balanceante que es un seguro de vida en esto del rock duro…, la chulería de temas como «A Little Bit Of What You Fancy» (muy a lo VAN HALEN) o «Bad Boys» no desagrada lo más mínimo, esa «Rock City» que suena a QUIET RIOT, los cánticos de «Run For Your Lives»…, desde luego el cambio era llamativo pero nunca para echar pestes (como he leído en importantes portales). Desde el principio tenían en mente conquistar el mercado norteamericano (con enorme diferencia el mayor del mundo) y con este nuevo álbum comenzaron el acercamiento a la música que allí estaba vendiendo discos a paladas. Es más, cuando montaron la gira de presentación de este álbum en aquel país se buscaron a MOTLEY CRUE como compañeros de viaje (los californianos seguían explotando su «Shout At The Devil» de 1983), una banda que ejemplarizaba a la perfección el sonido reinante en Usa y que les aseguraba mucho público por el jaleo y controversia que perseguía a los MOTLEY allá por donde iban (la otra formación que cerraba el cartel de la gira era la mítica banda suiza KROKUS).
«Crusader» abrió el camino e «Innocence Is No Excuse» (1985) llegaba para mejorar su nueva etapa. El sonido era pulido de manera bestial con respecto al anterior plástico y se les notaba mucho mas centrados, incluso la producción mejoraba aún más, con coros muy cuidados, excelentes guitarras y, en definitiva, mejores ideas que en «Crusader» (también mejor ejecutadas). Fruto de ello nos llegaron temas como «Rockin’ Again», «Call Of The Wild» (genial ritmo), «Back On The Streets» o «Rock’n’Roll Gypsy» y, aunque las ventas se resintieron un poco, conforme pasaba el tiempo y el boca a boca (amen de la labor de la prensa) hacia su trabajo la cosa se fue entonando y la formación consiguió colgar, de nuevo, el cartel de no hay entradas en su gira mundial, aunque entre ellos comenzaron a surgir algunos roces que acabaron con la salida del bajista Steve Dawson en 1986.
Precisamente esta salida obligó a Byford a grabar las pistas de bajo de su siguiente álbum, «Rock The Nations» (1986), aunque en los créditos aparece Paul Johnson como el encargado del citado instrumento (entró en la banda un poco antes de la edición). La portada -genial, por cierto- volvía a estar a cargo de Paul R. Gregory, que ya estaba colaborando con ellos desde el «Crusader», y como nota curiosa cabe mencionar que el famoso Elton John colabora metiendo piano en un par de cortes (7 y 9).
En cuanto al contenido musical se debe añadir a las favoritas de la banda el tema título «Rock The Nations» -canción creada con el directo en mente-, la acelerada «Battle Cry», la animosa «Waiting For The Night» que es una de mis favoritas de toda su carrera, «Running Hot», la marcada «Empty Promises» o la final «Northern Lady» mezclando lo baladístico con lo rupestre.
La banda se hacía la ruta europea presentando el disco y dejaba Usa para finales de aquel año, donde se hicieron acompañar de un inspirado Yngwie Malmsteen que iba a dar a conocer su genial «Trilogy».
Tras un pequeño descanso el batería Nigel Glockler dejaba la formación, aunque volvería a la banda a lo largo de 1988, para unirse al efímero proyecto GTR siendo sustituido por Nigel Durham. Y no era el único problema de la banda ya que su popularidad estaba cayendo en picado y su relación contractual con Emi estaba a punto de llegar a su fin; justo tras la edición en 1988 de su álbum «Destiny» ambas partes seguían caminos separados. Para colmo, durante la gira (acompañados de Manowar) el bajista Paul Johnson decía adiós y se vieron obligados a buscarle sustituto rápidamente; finalmente el elegido fue Tim Carter y acertaron de pleno con él porque sigue en la formación desde entonces.
«Destiny» ha quedado como uno de sus discos más pobres, y es que abrir el álbum con una versión del «Ride Like The Wind» del cantautor norteamericano Christopher Cross ya daba malas vibraciones (y eso que les quedó muy bien la versión). Después uno se encontraba la aor «I Can’t Wait Anymore» o los teclados poperos de «Calm Before The Storm» y se quedaba sin palabras. Afortunadamente la producción y el nivel de los músicos seguía a un gran nivel, y temas como «Where The Lightning Strikes», la épica «S.O.S.», «For Whom The Bell Tolls», «We Are Strong», «Jericho Siren» o «Red Alert» salvaban de la quema la manifiesta comercialización de la mitad del álbum y solo nos quedaba esperar mejores tiempos. De todas formas tampoco te asustes y escúchalo si tienes oportunidad.
La banda se tomaba un buen respiro mientras buscaban nuevo sello discográfico y durante los siguientes 3 años solo editaron un álbum en directo («Rock And Roll Gypsies»), un recopilatorio de éxitos («Greatest Hits») y una antología de vídeos («Power And The Glory, the video anthology»). Es más, una banda acostumbrada a vivir en la carretera y que llevaba casi una década sin descanso desaparecía de los escenarios y solo ofrecía algún que otro concierto benéfico.